Estamos en los primeros exámenes del año. Entre esta semana y la que viene terminaremos esta primera tanda de exámenes. En el caso de primero de ESO el examen ha sido de dos temas y en segundo de ESO, de un tema.
Yo tengo por costumbre hacer dos exámenes de cada materia. Me explico. Hay una control de ejercicios, que se hace con la libreta delante y otro normal, sin libros ni libretas. En el primer caso hay veinte preguntas que están sacadas literalmente de los ejercicios que hemos hecho y corregido en clase. No tienen pues, más que buscar en la libreta el ejercicio correspondiente y copiarlo en la hoja del examen. Es más que nada un control para ver si tienen hechos y corregidos todos los ejercicios. En primero el resultado ha sido horroroso. No me lo puedo creer. Ha habido cantidad de suspensos (y muchos con un cero redondo), también ha habido dieces. Total, que ahora, pienso, que los alumnos se han dado cuenta de que la cosa iba en serio. Es decir, que tenían que corregir los ejercicios. Espero que les sirva de lección. En segundo los resultados han sido mucho mejores. El otro examen, el de estudiar, pues como siempre. Ha habido de todo. Pero aquí los suspensos son más comprensibles. Hay alumnos que sienten auténtica fobia a eso de ponerse delante de los libros. Y esto no sé como se cura. Pero lo otro... no acabo de entenderlo...
Por otra parte, el miércoles fuimos al teatro con los alumnos de primero, segundo y tercero de ESO. La obra era una adaptación de Tirant lo Blanc. Empieza la función y empiezan los primeros signos de salvajismo por parte fundamentalmente de los de tercero (no todos) y algunos de segundo. Gritos, palmas, risotadas... sin venir a cuento. La obra, de todos es sabido, tiene cierto erotismo y claro, parece ser que, a esos alumnos que hacían el ganso, el erotismo les venía grande. El resultado fue que la obra se convirtió en un suplicio para los actores que con mucho esfuerzo no perdieron la concentración, y pudieron dignamente terminar la obra. Cuando se acabó la función, había previsto un coloquio de los actores con el público. Salieron los actores y se despacharon a gusto con los alumnos mal educados, diciéndoles de todos menos guapos. Los profesores no sabíamos donde escondernos. Tragamos saliva y después del rapapolvo salimos cabizbajos del teatro. Aquello parecía un funeral. Caras tristes. Desolación y sobre todo indignación. Mucha indignación. Llegamos al instituto y referimos lo sucedido a jefatura de estudios. La solución, de momento, ha sido castigar sin volver a participar en actividades extraescolares a algunos de los alumnos que detectamos que se habían portado mal. Pero, la verdad, el mal sabor de boca, y la sensación de que algo no funciona bien no hay quien me la quite.